EL GRAN DESAFÍO EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC (VII)

  • Hoy urge un compromiso mayor de las empresas por el espacio, el territorio y las comunidades que las albergan, así por la biodiversidad y la equidad social.
  • Esto conlleva a que gobiernos, instituciones, organismos multilaterales, asociaciones profesionales, agencias de financiamiento y aseguradoras monitoreen e incentiven la responsabilidad social empresarial.
  • En el CT y en todo el Istmo deben proliferar empresas “limpias” y parques industriales “verdes e inteligentes” comprometidos con la naturaleza y el bienestar de sus empleados y comunidades aledañas.

 

La crisis ambiental y la marginación de miles de millones de personas en el planeta han acentuado la exigencia de una mayor responsabilidad social de empresas y organizaciones. Si bien el crecimiento económico global ha favorecido a ciertas regiones y sectores de la población mundial, también ha generado una concentración abismal del capital y un imperdonable deterioro socio-ambiental. El sentimiento anti-globalizador y anti-corporativo en grandes sectores de la ciudadanía mundial, ha exacervado la exigencia de una mayor contribución de las empresas en temas inaplazables. Así como el sector privado ha ampliado su influencia en patrones de comportamiento cívico, de igual manera ha crecido la demanda social para que contribuyan en asuntos que antes se interpretaban únicamente como responsabilidad del estado. Ante tales tensiones, el Consejo de la ONU acordó diez principios que deben regir el desempeño del mundo empresarial en materia de derechos humanos, empleo y rendición de cuentas. En paralelo, sectores representativos  de las finanzas y las empresas han adoptado códigos de ética, protocolos y acciones para reforzar su responsabilidad social.

 

Una iniciativa empresarial que merece seguimiento es la denominada ESG, que exige estándares y revisiones relacionados con lo ambiental, lo social y la gobernanza. Aunque su avance será mayor en la medida en que las agencias de financiamiento y de calificación del desempeño corporativo informen sus resultados a accionistas, gobiernos, organismos multilaterales, a la sociedad en general y a las empresas “unicornio” caracterizadas por su innovación tecnológica hacia la sustentabilidad. Las áreas en las que están incidiendo estos nuevos negocios son variadas: la electrificación en lugar de sistemas de combustión, el comercio digital, la producción verde de hidrógeno, la captura de carbón, las proteínas alternativas, los edificios inteligentes, la agricultura vertical, la arquitectura de “paisaje esponja” -para la absorción, procesamiento y reutilización de desechos-, las micro-baterías reciclables de larga duración, las fibras naturales, las aplicaciones algorítmicas para estrechar la oferta a la demanda y optimizar la producción-distribución, la robótica, las cadenas de suministro y redes logísticas de bajo impacto, la generación distribuida y micro-almacenamiento de energía renovable, la micro-transportación de mercancias con drones, los modelos de micro-fábricas y de nearshoring para mitigar costos y contaminación en las cadenas de suministro, entre otras.

La evaluación ESG del desempeño corporativo no tiene la finalidad de exhibir a empresas, servicios y gobiernos, sino coadyuvar en la identificación de desafíos comunes y el desarrollo de planes tangibles y prácticos orientados por una visión de rentabilidad integral en lo económico, lo sustentable y lo social. Su enfoque circular, basado en la recuperación de materiales antes desechables, para ser reparados o reformados, reutlizados y comercializados de nueva cuenta, va en contra de los atroces cementerios de basura que ha movido la economía a expensas de la crisis ambiental y de la salud pública. Este modelo circular se aplica tanto al interior de cada empresa como a conjuntos de empresas que actúan orgánicamente para formar espacios productivos “verdes”. Entonces, la gestión organizacional ESG va más allá de factores financieros para alcanzar un crecimiento sustentable de largo plazo y una gobernanza pulcra tanto en la propia empresa como en aquellas con las que realiza alianzas. Para ello, existen sistemas que facilitan el monitoreo de la gobernanza corporativa, los códigos de conducta, el manejo de crisis y riesgos, la “gestión circular” de cadenas de suministro, la transparencia y rendición de cuentas, el consenso, la equidad, la inclusión y el aporte comunitario. Es de esperarse que, en un mundo más consciente y exigente por los temas sociales y ambientales, le vaya mejor a las empresas y organizaciones que muestren resultados sustentables verificables.

Un aspecto clave de las empresas que se rigen por estos criterios es su diseño arquitectónico, porque asegura que sus instalaciones sean saludables, altamente eficientes, con bajos costos de energía y amigables ecológicamente con el espacio y su territorio. En apoyo a lo anterior, existen estrategias de cobertura internacional que ofrecen incentivos, créditos y fondos semilla para asesorías técnicas sobre la reproducción de ambientes de trabajo que generan utilidades económicas y beneficios para la gente y la ecología. Un ejemplo, es la iniciativa denominada Liderazgo en la Energía y el Diseño Ambiental (LEED) que apoya prototipos arquitectónicos y el funcionamiento de empresas y servicios públicos. Su finalidad es asegurar mejores desempeños en tres renglones, la gente, el planeta y la distribución de beneficios, sean financieros o sociales, aplicando estándares relacionados con la eficiencia energética, la conservación del agua, la ubicación, la selección de materiales, la iluminación natural y la reducción de desechos. Su misión no sólo se circunscribe al diseño de espacios sino al sistema de gobernanza, operación y una gestión que integre a la empresa con su comunidad mediante un enfoque inclusivo y resiliente. Su visión holística incluye, entonces, al espacio exterior (áreas verdes, sistema de traslados, “suelos esponja”, “operación circular” con otras instalaciones vecinas), a su territorio (mediante beneficios ambientales, económicos y comunitarios); y a otras partes del mundo (a partir de la capacitación y certificación en “operaciones verdes” mediante una red global orientada a la sustentabilidad).

Aunado a lo anterior, la iniciativa de “eco-parques industriales” se apoya en la certificación de instalaciones “inteligentes y verdes” y en una gestión a favor de la “economía circular”, donde la operación conjunta de sus industrias aprovecha los desechos para reutilizarlos. Aunque hay diversos ejemplos de este modelo que busca replicar a los sistemas biológicos, al utilizar el reciclaje orgánico continuo para alcanzar el equilibrio homeostático, exhiben otros atributos comunes: el uso de instalaciones sustentables, la oferta a sus empleados de programas orientados a la innovación, el transporte colectivo eléctrico, condiciones de vivienda que garantizan tasas aceptables de ocupación, amplias áreas verdes y de recreación, cobertura universal de atención a la salud, así como redes y aplicaciones dedicadas a la vida sana, la producción y la gestión inteligente. A ello se suman proyectos integrados con la arquitectura del paisaje, con las comunidades que los albergan, así como con la promoción territorial de la biodiversidad.

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